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domingo, 17 de abril de 2016

Miedo. Amor. Muerte.

Siempre le había dado miedo hablar de la muerte, su tema tabú, ese recuerdo doloroso que le comprimía el corazón. Pero hoy, tenía que ser fuerte. Desgraciadamente una mujer que  llevaba trabajando veinte años en el colegio, una cuidadora del recreo, había muerto. Y ella se lo tenía que decir a sus alumnos… “¿Podré hacerlo?” Se preguntaba una y otra vez. “Tengo que hacerlo; no me queda otra.” Ella sólo pensaba en cómo debía informarles de la noticia, sabía que la mayoría no lo entenderían, qué puedes esperar de unos niños de 4 y 5 años…

Era la hora de entrada, los niños alegremente llegaban a la clase con sus “Buenos días”en un día más, un día normal. Al parecer algunos padres ya lo sabían y como ella, todos estaban en shock.

A los diez minutos ya estaban todos sentados frente a ella. Veinticinco caras inocentes que la miraban esperando a que les dijesen qué iban a hacer hoy. Hoy sería un día especial.

-       Hoy tengo que daros una noticia, me temo que es una noticia triste. – allá iba - ¿Sabéis quien es Paula? Esa adorable chica cuidadora del comedor. – unos decían que sí y otros  que iban más a su rollo que no. – bueno pues a Paula, no la vamos a ver más, porque tristemente, ayer falleció, se murió. ¿Alguien sabe lo que eso significa?

Caras asombradas sin saber que decir, pues sus gestos puedes saber quienes sabían más o menos lo que eso significaba y quienes no tenían ni idea. 

-       Como a mis abuelos, que ahora están en el cielo – se atrevió a decir una de las niñas – tres de mis abuelos se murieron.

-       Pues sí, como tus abuelos, gracias por compartir eso con nosotros Laura. – dijo la profesora a la vez que se decía “vaya, parece que algunos son más conscientes de lo que pensaba.”

-       Sí, mi abuela también se murió y ahora es una estrella – dijo Pedro

-       Y mi gatito, mi gatito también se murió. – continuo Rebeca

-       ¿Ahora Paula está con Dios? Eso es lo que me ha dicho mi mama, cuando alguien muere se va con Dios. – preguntó Susana tímidamente.

-       Sí, Paula está donde vosotros creáis que está, puede que sea una estrella, que podáis mirar al cielo por la noche y saludarla; o que esté en el cielo; o que esté con Dios…

-       Mi hermano bebé murió – dijo a continuación Alberto para sorpresa de ella. Pues era verdad, Alberto había tenido un hermanito hace unos meses que murió a la semana de nacer. La familia estaba destrozada y ahora ella se sentía orgullosa de que Alberto lo compartiera en clase, con ellos.

-       Eres muy valiente Alberto por compartirlo con nosotros. – le dijo con admiración, tal vez ella debería hacer lo mismo y compartir sus miedos con esos niños que le daban todo ese amor incondicional que los alumnos sienten por su profesora.

-       Mi mamá se ha muerto también. – dijo de repente Simón.

-       Simón, tu mamá no se ha muerto, estaba hace quince minutos contigo en clase – aquí iba uno que no tenía ni idea de lo que estaba pasando – cuando alguien se muere significa que no le vas a ver nunca más… deja de vivir para siempre y sólo queda el recuerdo de él o ella.

-       Oh… - dijo el niño algo confundido.

-       La mamá que de verdad murió fue la mía, cuando era pequeña. Y tuve miedo, y no quería llorar, pero con los años aprendí que no pasa nada por llorar. Que es humano  y podemos mostrar nuestras emociones. A sí que si hoy tenéis ganas de llorar, no pasa nada, llorad; y si queréis un abrazo no dudéis en venir y pedírmelo.

-       No te preocupes profe, que lo haremos. Pero ¿entonces Paula será ahora una estrella?  – dijo maduramente Cesar.

-       Me alegro – le respondió ella sonriendo – Y sí, si tu quieres será una estrella, esta noche asómate a la ventana y elige una estrella que la represente. Yo tengo una estrella especial que representa a mi mamá y cuando estoy un poco triste la miro y la saludo. A si que si queréis, podéis escoger una estrella para Paula. Bueno y ahora nos vamos ir  a ‘explorar y aprender’ y a la hora del recreo vamos a ir al patio grande, con el resto del colegio y estaremos más rato de lo normal, porque hoy en el recreo, vamos a jugar por Paula, que a ella le encantaba jugar con vosotros. Hoy pensaremos en ella y en lo feliz que era mientras jugamos todos juntos.

Una vez que los niños se habían levantado e iban a buscar qué actividad harían, ella se quedó sentada un rato; pensando. Lo había hecho. Había hablado de su tabú con unos niños de 4 y 5 años. ¿Por qué? ¿Por qué se lo había contado si eso era algo de lo que nunca hablaba? Y se dio cuenta de el amor que por ellos sentía, y les quería hacer entender que no era malo estar triste o llorar. En realidad eran ellos los que le habían dado fuerzas para contárselo, con su inocencia, con su querer aprender de la vida y su forma de tomarse las cosas. Y ella, al ser su modelo de aprendizaje tenía que mostrarse firme y estar ahí para ellos, para lo que necesitasen.

Durante la mañana hubo alguno que se le escapó alguna lagrimilla y otro que le pedía un abrazo de vez en cuando. Pero aparte de eso el día fue normal.

A la hora del recreo todos jugaron el en patio e hicieron carteles para recordar a Paula. Ahí pudo ver que los niños más mayores, sobre todo los de 5º y 6º estaban más hechos polvo… era normal, la conocían de hacía más tiempo a la vez que eran más conscientes de lo que la muerte significaba.

Al día siguiente los niños volvieron a clase, como si en el día anterior nada hubiera pasado. De vez en cuando alguno mencionaba algo. Y un par de ellos le dijeron que por la noche habían elegido una estrella. Pero por lo general volvían felizmente a jugar; a vivir las pequeñas experiencias que la clase les ofrecía; a aprender cosas nuevas; a divertirse; a pedir ayuda si tienen miedo y así superarse a sí mismos; simplemente a crecer…

“Creo que nunca deberíamos enterrar a ese niño de cuatro años que llevamos dentro.” Se dijo ella sonriendo a la vez que observaba a esos valientes niños que se enfrentaban a la vida.

Aquí tienes tu cuento, Patri :)

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