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domingo, 6 de noviembre de 2016

Estudio. Fuerza. Desesperación.

Señora y señores, damas y caballeros, niños y niñas presten atención, estén muy atentos a esta especie de canción. Si se concentran  podrán escuchar en la lejanía la fuerza de las olas provenientes del mar y es que esta historia que brevemente os voy a contar sucedió una tarde de sol, mientras yo paseaba por la playa donde el canto de una sirena llamó mi atención, me cautivó y me guió hasta llegar a ella.

Me escondí entre las rocas y desde allí pude observar su belleza sin igual, su largo cabello largo y negro como el tizón, su cara de porcelana y su cola de sirena, tan brillante, tan elegante… También pude observar que entre sus manos tenía algo, vi como sus dedos bailarines se movían al son de su melodía, pero desde donde estaba no llegaba a reconocer qué era, por lo que me subí sobre unas rocas para acercarme un poco más, unas rocas que se movieron y me hicieron resbalar haciendo un gran ruido que asustó a la sirena que saltó rápidamente al mar y comenzó a alejarse sin tan siquiera mirar hacia atrás por lo que mi “no te asustes” quedó atrapado en el aire…


Me acerqué al lugar en el que ella había estado y ahí pude encontrar una especie de colgante con hilos de algas de colores que se enroscaban y enrollaban en una piedra preciosa de las profundidades del mar. Lo cogí, no estaba terminado; lo apreté con fuerza entre mis manos. Al dar una vuelta a mi alrededor encontré un pequeño cofre como si de dos grandes conchas unidas se tratase; dentro descubrí muchas joyas del mar, pulseras, collares, anillos y pendientes. Todas ellas hechas con runas, piedras, corales de colores y magia de sirenas…

Y tras horas de espera, sentado en la playa, oteando el extenso mar, con la esperanza de volver a ver a la sirena, me marché a casa, dejado sobre la blanca arena su caja de tesoros.

Al día siguiente nada más levantarme, volví a la playa y para mi desesperación vi que la caja de tesoros marinos había desaparecido y no había ni rastro de la sirena. Ese día volví a quedarme cerca de la orilla, y al siguiente, y al siguiente… ni rastro de la sirena ¿acaso habría sido una ensoñación?, ¿acaso había sido todo cosa de mi imaginación?

Algo me decía que tenía que ser paciente y esperar… no dejar que la espera me desesperase, ser fuerte… En mis manos, siempre sostenía ese collar que había cogido prestado y lo analizaba, lo estudiaba intentando aprender a hacerlo…

Un día conseguí terminar el collar inacabado y lo miré asombrado; de repente como por arte de magia, la piedra del medio brilló, se ilumino a la vez que el agua comenzaba a burbujear haciendo que apareciese la sirena ¡Ahí estaba!

Nadando se acercó, con sus ojos perlados me miraba y con una gran sonrisa me saludó a la vez que me acercaba una pequeña caja, como aquella de conchas que vi ese primer día. Me extendió la caja a la vez que me decía: “Estudio, fuerza y desesperación. Esas eran las tres pruebas de mi condición. Tú has demostrado superar todas ellas desde el primer día que me vistes, ahora, te dejo descubrir los secretos de las joyas del reino del mar. Ahora te dejo aprender a hacerlas y así podrás compartirlas con las personas que tú quieras, aquí en la tierra de los humanos de dos piernas.”

Tras ese día, todas las tardes, a la hora que el día atardecía, juntos hacíamos toda clase de bisuterías. Hasta que un día decidió que ya estaba preparado para hacerlas yo solo, un humano que entre sus manos envolvía piedras y runas provenientes de las profundidades del océano. Y con lágrimas en los ojos nos despedimos con una promesa que me dijo al odio “si algún día me necesitas, tan sólo tienes que acercarte a la orilla y frotar con tus dedos esa primera piedra mágica que un día cayó en tus manos.”

Ahora recuerda, si cierras los ojos podrás escuchar el baile de las olas del mar y si te concentras un poco más tal vez puedas intuir una melodía, la melodía de una sirena proveniente del reino de las piedras, la magia y las bellas algas, esas algas que a veces en la playa, se enredan en las piernas.

 Dedicado a Ana Pañuelos,
una sirena que crea bisutería que parece sacada de las profundidades del mar.