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jueves, 7 de abril de 2016

Mamá. Distancia. Sentimiento.

Los sentimientos viven en nosotros, son como una tribu de pequeños niños que muestran su carácter más destacado, el amor, la ira, la tristeza… Cuando somos pequeños vamos descubriendo los sentimientos poco a poco, por eso suelen ser tan obvios cuando los sentimos, con el paso del tiempo comenzamos a controlarlos y aunque no lo creáis o no lo parezca este es un duro trabajo que muchas personas consideran difícil. Si lo piensas un poco ¿quién no puede recordar a ese amigo que se enfada por cualquier tontería?; ¿quién no puede recordar a esa persona que está todo el día triste y desmotivada o  a esa otra a la que la vida le parece una constante fiesta?

No hay nadie en esta vida que tenga un control equitativo en todos sus sentimientos y es que… nosotros somos sentimientos, los controlemos, o no.

También están las combinaciones, ese llorar de la risa; ese momento de sentirse orgulloso a la vez que las lágrimas recorren tus mejillas. Dos poderosos sentimientos que se mezclan y pelean por ser el ganador. Como cuando te caes de la bici y el dolor te asoma por todos los poros de la piel a la vez que la alegría de haber conseguido pedalear sin ruedines por primera vez se ilumina en la sonrisa de tu cara. Como cuando te enfadas por culpa de la vergüenza que sentiste al intentar hablarle o te avergüenzas por la ira que sentiste al oír eso que tu no querías oír.

Puede que ahora, mientras leas esto, estés pensando en todos esos momentos parecidos en los que tus sentimientos se debatían en tu interior.

Pero no te preocupes más de uno lleva la razón pues en algunas ocasiones los sentimientos se dan la mano, se abrazan y juntos se convierten en uno.

Como en esa historia de una mamá, una mamá que tiene que acompañar a su hijo al aeropuerto una vez más. Una madre que se siente orgullosa de su hijo, siente felicidad por él, por su valentía, por su forma de encarar la vida; a la vez, que nota como la tristeza de la distancia le presiona el corazón, un corazón lleno de amor hacia ese hijo que ahora marcha, una tristeza y un amor que se convertirán en nostalgia. Y si mira bien en el fondo, también la ira asoma, pensando en porqué su hijo tuvo que dejar su hogar e irse tan lejos a trabajar, ‘que injusta es la vida’ es lo que pensará. Y ella bien sabe que no será un adiós sino un hasta pronto, pero aun así no puede evitar el sentir. Y cuando le ve alejarse derramará esa lágrima de sentimientos aglomerados que bajan por su mejilla, y es que todos juntos pesan demasiado en nuestro interior y tienen que buscar la forma de salir, de liberarse de ese cuerpo que les mantiene.

Los sentimientos son eso que forma parte de ti, esos niños alocados que se pelean por llamar la atención. Por eso, no dejes que se oculten, no sigas siempre a la razón y escucha de vez en cuando a tu corazón que también tiene cosas que decir. Pues somos humanos que razonamos pero también somos humanos con corazón, un corazón que es el que mejor sabe como nos sentimos, nuestros deseos más escondidos.

¿Y por esa simple razón porqué no íbamos a seguir los latidos del corazón?




Para Cristina.
Aunque estemos lejos,
siempre estaremos cerca.

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