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sábado, 16 de abril de 2016

Tejados. Lunares. Estambul.

-       Desde aquí lo único que puedo ver son los tejados…

-       Y es que ¿no te parecen bonitos? Espera, espera, no digas nada y obsérvalos por un momento. Todos esos tejados curvados, unos altos y otros bajos; la mayoría anaranjados pero si te fijas bien podrás ver algunos abovedados.

-       Pero… yo no los veo anaranjados ni abov…

-       Calla, no digas nada. Y ¡Claro que lo son! ¿es que no lo ves? Tan solo observa con tu mirada y descubrirás la belleza de los tejados de Estambul. ¿Ves allí a lo lejos? Ese es mi “tejado” favorito, esa gran cúpula azul con pequeñas cúpulas alrededor, vigiladas y protegidas por sus guardianes, esos minaretes altos y puntiagudos ¿Ves todo lo que te digo? Allí, a la distancia. Bueno pues esa es la Mezquita Azul, mi favorita.

-       ¡Ah, sí! Ya lo veo. ¿No podríamos acercarnos hasta allí para verla un poco más de cerca?

-       Sí, ya desempaquetaremos las maletas más tarde y no hace falta que nos cambiemos, tú con esa blusa de lunares vas la mar de guapa. Y estoy pensando que en lo que nos dirigimos hacia allí pasaremos por el Gran Bazar, donde las horas se nos irán de las manos sin darnos cuenta, es como si dentro del bazar hubiera una magia especial, un olor particular. Yo creo que es culpa de todas las especias que tienen junto con el olor del cuero que rodea el ambiente; juntos te embriagan y hacen que deambules por ese laberíntico mercado lleno de maravillas turcas; lámparas de mil colores, alfombras de Aladdin, zapatillas puntiagudas, telas, especias, velas y las famosas delicias turcas. Todo lleno de colores, todo lleno de texturas y perfumes. Y no te asustes, que de vez en cuando podrás escuchar la característica llamada a la oración que avisa a las personas de religión que es la hora de ir a la mezquita.

-       Veo que te conoces bien la ciudad.

-       Sí, estuve viviendo allí por un tiempo; cuando era más joven y me enamoré de un chico, un rostro turco que nunca se me olvidará, pues creo que nunca he vuelto a ver a nadie tan guapo como lo era él… Era muy moreno, pelo negro azabache, pestañas oscuras y largas que atrapaban unos ojos azules como el cielo. Parecía que los llevaba pintados de lo profunda que era su mirada. A veces llevaba un turbante azul… Y bajo sus labios perfectos escondía unos dientes blancos, ordenados, simétricos. Pero lo que más me gustaba de él eran esos dos pequeños lunares que reposaban unos milímetros por debajo de su ojo derecho; eran como su característica personal…

-       Y ¿qué paso entre vosotros?

-       Nunca llegó a pasar nada… tristemente había un gran abismo entre nosotros llamado religión. Podría decirse que siempre ha sido y será mi amor platónico.

-       Tal vez yo me encuentre uno de esos amores platónicos en el Gran Bazar.

-       Tal vez. Bueno, creo que debería irme y tú tienes que descansar.

-       Sí, estoy algo cansada.

-       ¿Quieres que te ayude a meterte en la cama?

-       No, no te preocupes, me voy a quedar un rato más aquí sentada; mirando por la ventana y observando esa Mezquita Azul de la que tú hablas.

-       Está bien, mañana nos vemos, descansa. – Le dijo a la vez que le daba un tierno beso en la frente.

-       ¡Oye! – dijo ella justo antes de que desapareciera por la puerta.

-       ¿Me llevarás algún día a Estambul? Me refiero… de verdad.

-       Sí cariño, no te preocupes, ese será nuestro primer viaje cuando te den el alta. – le contestó con una sonrisa.

Y ahí se quedó, mirando por la ventana con su pijama de lunares. Una ventana por la que tan sólo podía ver uno viejos y grises tejados del hospital.

A la mañana siguiente, al despertarse, encontró un sobre en la mesilla, un sobre que contenía dos vuelos para Estambul para dentro de unos meses. Sonrió a la vez que una lágrima le resbalaba por la mejilla de la emoción. “De aquí a dos meses ya estaré bien; y podré adentrarme en los olores y la magia de Estambul. Gracias.” se habló a sí misma. Y se volvió a quedar dormida con los billetes fuertemente agarrados con las dos manos. Y soñó, soñó que miraba por la ventana y desde ahí podía ver la grandeza de la Mezquita Azul.



Dedicado a Marya mma :)

3 comentarios:

  1. Que bonito. Después de leer 📖 el cuento, creo que más de uno se apunta a un viaje a Estambul.

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  2. Que genial, me encanta como has introducido dos tipos de lunares y lo bonito que es soñar

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