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sábado, 5 de marzo de 2016

Silencio. Calma. Alegría

Para Isabel, sé que tú escuchas el silencio de la vida.

- Silencio…no hagas ningún ruido o romperás el hilo. Quédate callado cual botón descosido. Silencio… no hables, no muevas los labios ni parpadees, tan solo escucha la música…

- ¿Qué música?

- Shhh… Calma, no desesperes… silénciate y escucha, escucha el palpitar de la tierra, escucha el amanecer cuando asoma por la mañana, los pájaros que derrochan alegría dando la bienvenida al día, el viento que reclama su atención con cada movimiento haciendo que los arboles, las ramas y las hojas le sigan al son, como si fuese una canción en Si bemol…

- No oigo nada de todo eso de lo que me hablas.

- Pero eso es porque aún no nos hemos silenciado, no hemos escuchado, tan sólo hemos oído ruidos lejanos que no llegamos a procesar porque estamos demasiado atareados inmersos en la vida material. A veces hay que pararse un rato y oír el viejo tictac del reloj, oír las largas conversaciones de los muebles de tu casa, esa gota curiosa que del grifo se escapa o esa invisible canica que rueda por la habitación de arriba. Puedes elegir el lugar y luego tan solo tienes que cerrar los ojos y escuchar y sentirás que aunque parezca que estás sólo, en realidad no lo estás.


Y tras estas palabras el silencio inundo su alrededor, un silencio que venía cargado de calma; una calma acompañada de la música; de esa música compuesta por las leves y constantes notas que dirigen la vida.

1 comentario:

  1. Bueno, bueno!!! me parece que me has tenido que aguantar muchas batallitas ¿eh?

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