Translate

martes, 8 de marzo de 2016

Luna. Meditación. Equilibrio.

Noche estrellada, pero tú no te das cuenta. Estás encerrada. Vives demasiado atareada como para fijarte en ese cielo parpadeante, ese inmenso techo que nos cubre, que siempre está presente y se ha vuelto tan común a tus ojos que ni te percatas de que está ahí; constante a la par que cambiante y variante. Porque tú, estás encerrada.

Las horas de tu día rutinario pasan rellenando formularios; corrigiendo trabajos; comprobando cuándo ponen esa serie que tanto te gusta en la tele, ‘¿son los miércoles o los jueves?’; haciendo la comida de mañana; dándole vueltas a los problemas que tiene tu hermana; tratando de mantener la casa organiza pero que por mucho que lo intentes ves que no lo consigues y lo dejas para mañana. Y así pasa tu día, demasiado agobiada como para prestar atención en esos pequeños detalles que nos rodean.

Vueltas y más vueltas te da la cabeza. El despertador suena y el día comienza…

Al volver a casa, miro por la ventana y ahí vuelve a estar esa inmensa noche estrellada, pero hoy, algo especial me dice que la observe, que la venere… Por unos momentos mi yo organizado y responsable me dice que tengo mil cosas que hacer pero… ¡Basta! Necesito salir de casa, respirar aire fresco. Sí, por si no te has dado cuenta, de mí misma hablaba, de ti mismo, de vosotros, de nosotros.

Una vez fuera, corro de manera alocada, trato de encontrar un sitio oscuro para poder observar esa oscura capa estrellada, pero en mitad de la ciudad, entre todas esas luces cotidianas se convierte en misión imposible…

Y ahí es cuando una idea loca se cruza en mi cabeza. Entro en casa, cojo las llaves del coche, me pongo el abrigo y me voy. ‘¿A dónde?’ ‘¿A dónde estoy yendo?’ Mi mente se queda en blanco… Conduzco en silencio, ni siquiera pongo la radio. Tras veinte minutos llego al lugar perfecto. No luz, ni ruido artificial, solo una montaña, algunos árboles e infinita oscuridad…

Una oscuridad clara, una oscuridad no oscura; una oscuridad que se estremece ante la belleza de la luna. Una luna imponentemente relajante, una luna que muestra su humilde grandeza y su simple belleza. Cierro los ojos y aun así la veo y siento como su brillo me recorre todo el cuerpo, hace que sea ligero y mi mente se deja llevar, abandona la lógica y la preocupación ilógica. Todo mi cuerpo se sumerge en la meditación, en una meditación guiada por el susurro de la noche, por el tintineo de las estrellas, por esa carismática luna.

Y es que a veces ese equilibro interior se nos desequilibra de manera desequilibrada y no nos damos cuenta hasta que el desequilibrio te desequilibra y hace que te caigas.

Yo estaba desequilibrada y tras largo rato sentí como mi cuerpo relajado volvía a encajarse, volvía a construir mi propio puzzle. Sentí cómo mi equilibrio interior se equilibraba y volvía a valorar la grandeza de las cosas pequeñas que la vida nos regala.



Para Marina, esa gran observadora de las bellezas de la vida.

1 comentario:

  1. Has verbalizado exactanente lo que significan para mí estas palabras. Enhorabuena, tu cabeza equilibrada, tu imaginación brillante como la luna y tu buena capacidad de meditación te hacen ser una estupenda escritora. Ánimo porque es un proyecto original y precioso.

    ResponderEliminar