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martes, 22 de marzo de 2016

Esperanza. Hijo. Razón.

Hoy era, claramente, un día importante; hoy era, en términos oficiales, él día. Y pese a que fuese la segunda vez que lo revivía los nervios volvieron a apoderarse de él igual que lo hicieron la primera vez, unos nervios que le agarraban todo el cuerpo y hacían que el corazón se le encogiese en un puño de esperanza. “Todo irá bien” se repetía una y otra vez.

Ante el resto de personas su aspecto era calmado, tenía que mantenerse firme y sereno y pese que su razón le pidiese a gritos mantener la calma todo era en realidad, una máscara mundana. Paseaba de un lado a otro sin sentido ni destino, a veces sus pasos eran más largos de lo normal y otros cortos, a veces andaba rápido y otras se paraba a pensar con cada paso, como si se estuviese recreando en él y cuando le preguntaban algo tan sólo respondía “Todo va bien.”

Las horas cada vez pesaban más sobre sus cansados pensamientos y los nervios no parecían aminorar sino que por el contrario acrecentaban si parar y “¿Todo bien?” le volvían a preguntar.

Nunca, hasta esa vez anterior en la que vivió la parecida situación, pensó en la fuerza que las manos poseían, nunca hasta ese día recapacitó sobre esa energía que transmitían y es que en esos momentos de dolor y sufrimiento siempre su mano era bien recibida, la agarraba fuertemente y no le hacía falta ni decir “Ánimo, estoy contigo” para que ella lo supiera, para que ella le sintiera cerca y le recargase las fuerzas.

Y las horas se hacían eternas…

Pero de repente, en el momento menos pensado, esos nervios se convirtieron poco a poco en una especie de adrenalina, una emoción indescriptible que rebosaba por los poros de su piel y no sabía ni cómo conseguía mantenerse de pie. Parecía que pronto todo acabaría.


Tras locos momentos de confusión y alegría, cuando quiere darse cuenta un pequeño niño reposa en los brazos de su mujer, un pequeño bebé que le mira, ese segundo hijo deseado que por fin ha llegado...


Para Adrián, ese recién padre de su segundo hijo.

2 comentarios:

  1. OLE, OLE Y OLE, Sonia eres la mejor, para dar vida a esos interminables momentos antes de la magia de un parto. Yo por desgracia desconozco ese milagro de vida, solamente lo he podido presenciar en amigas. Pero parece dolorosamente maravilloso.
    Sigo alucinando con tus cuentos.

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  2. Gracias Sonia, no hay más, sólo gracias.

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