Pablo, esta es tu propia historia:
Era una
cálida a la par que húmeda noche de verano cuando Pablo decidió irse a la
aventura; debía ser el calor, que no le dejaba dormir, o la excitación de un
nuevo lugar por conocer y descubrir. Con cuidado se bajó como pudo de esa
pequeña cuna; que más bien era una cama con un par de almohadas alrededor; por
lo que escapar de ella fue más fácil de lo esperado.
Su única
misión en mente era salir y descubrir ese nuevo lugar, esa selva tropical a la
que sus padres habían ido a pasar unos días. Estaban alojados en una pequeña
aldea, en cabañas de paja y madera, con las puertas abiertas de par en par sino
querías que el calor del verano no te dejase ni respirar. Por lo que tampoco
fue un gran problema para Pablo el salir de la casita.
La
pequeña aldea se encontraba en un lindo lugar en el que podías contemplar la
extensa fauna animal, ir de safari y descubrir plantas y flores de todas las
formas y colores. Pablo gateo y arrastró el culo hasta donde pudo. A ratos
descansaba, se tumbaba panza arriba y observaba la inmensa manta de estrellas
que eran tan brillantes que hacían que sus ojos relampagueasen.
Sin
darse cuenta se fue introduciendo cada vez más en esa verde y silenciosa selva.
Fue oliendo toda clase de flores, y tocando todas las distintas texturas que
pudo encontrar. Tras un largo rato se volvió a tumbar para descansar pero esta
vez se quedó dormido en un colchón de musgo verde y amarillo.
Poco a
poco la mañana comenzó a despertar, los primeros fueron los pájaros que le dieron
la bienvenida al día, cantando dulces melodías y revoloteando para saludar al
resto del reino animal. Cuando todos se fueron desperezando algunos que vivían
cerca de donde Pablo seguía durmiendo plácidamente, se acercaron a él. Una
serpiente, un mono, un león y un tucán. Más tarde llegaron una rana, un
guepardo y la vieja tortuga del lugar. Todos observaban asombrados al pequeño
individuo allí tumbado, pues habían visto antes a humanos parlantes pero nunca
a tan pequeño individuo con ese olor tan peculiar. De repente, puede que al
sentirse observado, los inmensos ojos de Pablo de abrieron y todos los animales
un salto hacia atrás dieron y seguidamente el silencio del ambiente se rompió
con una gran carcajada. Incorporándose un poco y sin parar de reír, Pablo se acercó
sin ningún miedo al león y agarrándose a él se consiguió levantar; le observó
muy de cerca, le acarició sus largas melenas y le tiró de los bigotes. Y allí
se quedo jugando con cada uno de los animales y riendo a carcajadas sin parar.
Esas carcajadas que guiaron a sus alarmados padres hasta donde él estaba. Cuando
llegaron, todos los animales ya se habían ido. Salieron corriendo al escuchar
los desesperados gritos humanos.
Hoy por
hoy, Pablo sigue recordando a esos animales que una mañana le despertaron y por
mucho que sus padres le digan que era muy pequeño como para acordarse y que
cuando ellos llegaron estaba riendo él sólo con su peluche del león en las
mano; él sabe que su historia fue real y que ellos eran de verdad pues algunas
mañanas cuando abre los ojos, ahí están, les ve contemplarle de manera fugaz.
Reconozco a nuestro Pablo en este cuento: Sus ojos expresivos, su recién estrenada risa y sus ganas de disfrutar de todo lo que le ofrece la vida en manos de sus padres. Gracias por el cuento, es precioso!
ResponderEliminarMuchas de nadas! No OS olvidéis el resto de pensar también vuestras 3 palabras! :)
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