Translate

martes, 3 de mayo de 2016

Sueños. Trotamundos. Libertad.

Ahí estaba yo, sentado en mi despacho. Viendo las horas pasar. Como cada día; como cada día desde hacía catorce años. Vestido de traje, haciendo uso de mis palabras más cordiales y mostrando mi mejor cara ante esos clientes estresados que entraban en el banco. Un día tras otro haciendo lo mismo. ¿Para esto hemos venido a la vida? Vivimos en la rutina, sin pensar en el más allá. Nos acomodamos a lo fácil; invernamos nuestra mente; pensamientos modo off; si nos lo dan todo hecho, mejor. Ganar dinero para mantener nuestras casas, nuestros hobbies, nuestros coches, nuestros caprichos… Mi vida sólo daba vueltas sobre la economía, el dinero, el materialismo. Vida sencilla, tranquila, acomodada. ¿Hasta cuando? Me preguntaba.

Cada noche esos pensamientos se incrustaban en mi cabeza. Me atormentaban, giraban cual espiral infinita hasta que agotado de dar vueltas caía dormido. Yo con mis 33 años, apalancado entre las cuatro paredes de mi despacho. ¿Así de fácil? ¿ya tenía mi vida hecha? Me negaba a pensar que sí. En mi interior mantenía la convicción de que había venido al mundo a hacer algo más, a hacerme de notar, a sujetar en mi puño mi vida y ver que valía la pena elegir los caminos que ante mí se presentaban y no tan solo dejarme llevar por la sociedad.

Una mañana me levanté con una sabor agridulce en la boca, como si supiese que para saborear la dulzura de la  vida primero tenía que dar un agrio paso. Y de repente lo supe. Debía dejar mi trabajo, desanclarme de esa bahía en la que tantos años había estado amarrado y lanzarme a navegar por el desconocido e inmenso mar. Telefonee a un amigo y le dije que tenía un plan, le propuse quedar sobre las cinco en nuestro bar y le colgué. No tenía tiempo para contarle más. Mi cuerpo sentía la sangre palpitar velozmente como si una ola de energía corriese por mis venas. Hacia tiempo que no tenía una sensación así. Estaba emocionado. Ese día, no dejé de dar vueltas en la oficina, de un lado para otro, estaba más ensimismado de lo normal, pues  mi cabeza no dejaba de intentar formar la frase correcta que le diría a mis jefes que me marchaba y cuando me preguntasen ‘¿A dónde?’ le diría “ a convertir mis sueños realidad, a buscar la respuesta de nuestra presencia en esta, nuestra única vida”.

No salió exactamente como lo había pensado, pero el caso era que ya se lo había dicho. Ahora, tenía un mes para ponerme en marcha, hacer todos los preparativos para por fin sentir la libertad. ¿Qué iba a hacer? Viajar. Explorar ese mundo que nos rodea y tan poco sabemos de él. No entendía como podía haber estado todos estos años tan parado, ni siquiera conocía en profundidad mi propio país, esa Argentina de la que tantos turistas se enamoraban. Tenía que descubrirla, la Patagonia Argentina; observar por tiempo ilimitado la Garganta del Diablo en las cataratas de Iguazú; fotografiar el Cerro de los Siete Colores; ir al valle de la Luna a ver un atardecer; pasear por las Salinas de Jujuy y mucho más. ¿Y luego? Luego seguiría rumbo al norte, pasando por ese país vecino llamado Chile, viajar a Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú, Brasil, Venezuela, Colombia… Tanto por recorrer, tanto para ver y aprender…

En el bar le conté a mi amigo todo lo que había pasado y cuales eran mis planes a seguir. “¿Te apuntas?” le dije sin ningún miramiento. Y por supuesto que se apuntó. Juntos planificamos, miramos rutas y atamos cabos de ese, nuestro nuevo barco, una vieja Konbi parcheada que nos llevaría allí donde quisiéramos ir. Nuestra casa se reduciría a esa habitación sobre ruedas y un mundo que nos esperaba ahí fuera. ¿Para qué queríamos más?

Y así fue como comenzamos nuestro viaje… 
De repente unas voces infantiles me hacen salir de mi cuaderno de bitácora, de mi mano guiada por la tinta del boli que escribe nuestra historia. Subo la mirada, dos ojos verdes me observan fijamente, como a la espera de una respuesta. Una respuesta a una pregunta que no he llegado a escuchar.

- Santiago, los chavales te están hablando. Creo que no se ha enterado de lo que le habéis preguntado. – les dice mi amigo.

- Sólo queríamos saber a qué se dedican. Qué es lo que hacen. – vuelve a insistir uno de los curiosos niños.

- ¡Ah! Bueno, pues somos… trotamundos. – les respondí sin pensármelo mucho.

- Vamos Santiago, no creo que los críos sepan lo que eso significa – dijo mi amigo riendo.

- Sí, claro que lo sabemos. – se defendió uno de los niños algo molesto por la sugerencia de su desconocimiento – Un trotamundos es una persona… que trota por el mundo. Tan simple como eso. Que va de allá para acá, de un lugar a otro. Y pues eso, trota-por-el-mundo: trotamundos.

- Sí, no lo habrías podido definir mejor. – le dije con una gran sonrisa en la cara – eso es lo que hacemos, trotamos por el mundo en libertad, persiguiendo nuestros sueños.

- Creo que de mayor me gustaría ser un trotamundos como usted señor y tener un cuaderno, como ese en el que estaba escribiendo cuando llegamos, para poder apuntar todos esos lugares que haya descubierto – me dijo el otro de los niños.

- Pues no te preocupes, que si tu lo deseas, lo serás. Pero recuerda una cosa, lucha por aquello que de verdad quieras, y no te dejes engañar. Que los sueños aunque parezcan lejanos, si luchas por ellos, los podrás alcanzar.

En ese momento una voz materna les llamó. “Así haremos” chilló uno de los niños a la vez que se daban la vuelta y salían corriendo alzando una mano y moviéndola a modo de despedida.

Y yo me volví a sumergir en ese cuaderno que me habían regalado, en ese diario de bitácora en el que apuntaría, como los niños bien decían, todas y cada una de las aventuras que en este largo viaje nos habían sucedido y nos sucederían, pues aun nos quedaban muchos nuevos lugares que visitar.
De parte de Annie para Santiago Tronca.
“Que se cumplan todos tus sueños”


1 comentario:

  1. Asombrosa tu extraordinaria manera de plasmar la vida o episodios de la misma en un relato en el que mediante palabras haces despertar emociones y sentimientos a quien lo lee. Muy hermoso. Infinitas gracias.

    ResponderEliminar