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sábado, 14 de mayo de 2016

Risa. Empatía. Inefable.

- Siempre dicen eso de que los superhéroes no existen… Yo tengo ciertas dudas sobre eso. Sí, no me mires así. No estoy delirando, sinceramente lo creo. A ver, no me malinterpretes, no son superhéroes estilo Superman, Batman, Wonderwoman o Spiderman… No sobrevuelan los cielos con un traje apretado y llamando la atención. No buscan admiración. Y posiblemente algunos de ellos ni siquiera sepan que tienen poderes. Yo hablo de ciudadanos de la calle, personas sin más, humanos de naturalidad… humana. Creo que no me estoy explicando bien… o por lo menos eso me dice la expresión de tu cara. Veamos… se trata de personas inefables. Ya se que nadie es perfecto; y ni siquiera ellos lo son, pero son personas que te hablan con el corazón. La mayoría de las veces somos nosotros las que nos acercamos a ellas, es como si fueran imanes que imantan a aquellos que están en problemas. Y otras veces, son ellos los que te encuentran. Me refiero a buenos oyentes, entendedores del conocimiento humano, conocedores del arte de escuchar. Se ponen en tu piel, profundizan en tus sentimientos hasta el punto de que te llegan a entender. Y lo mejor de todo es, que no te dan la espalda, aun sin que ellos quieran; van a estar a tu lado sin darse cuenta. También he de añadir, que como todos los superhéroes, ellos tienen sus debilidades, y es que debe ser costoso sentir constantemente las emociones de las personas de tu alrededor, sinceramente, debe ser agotador. ¿Pero por qué te entra la risa? Yo creo que esto es algo serio, no es para tomárselo como un cuento. Y menos aun una comedia. Aunque mira, ahora que veo que no puedes parar de reír, he de añadir que la risa, es otro de esos grandes poderes que digo, y suele complementar a estos superhéroes de los que hablo. ¡Qué poder contagioso tiene la risa! ¿Alguna vez te habías fijado? Entre los niños corre como las lagartijas. En el momento que uno se ría, todos explotan en una sonora carcajada. Y también pasa con algunos adultos, sólo que ellos aprendieron a controlar la situación y deciden cual es el momento en el que pueden abrir la caja de la animación, dependiendo del momento y de su entorno situacional. Una lástima la verdad, pues creo que la risa nunca debería ser frenada, tapada o muda. Da igual que te encuentres en una iglesia o en el funeral de tu tía Teresa. Si hay risa, es que una cosa buena pasa. Así que ¿Qué mejor cosa que dejarla volar desperdigando su epidemia por los seres que están en el mismo lugar? En fin, como iba diciendo, estos seres superpoderosos de los que hablo, tienen una visión especial, qué ve más allá de lo que nuestros ojos ven y suelen leer a las personas con suma rapidez. Déjame que te susurre esto, y presta atención: tal vez en esta sala, en este mismo momento, sentado muy cerca nuestra, haya un superhéroe. Y ahora que lo pienso, da igual que te hable bajito, porque seguramente nos esté escuchando, nos esté leyendo y sintiendo. ¿Te gustaría saber cual es este superpoder del que te hablo? Pero no se lo digas a nadie por el momento, o el mundo no podría vivir con ello, haría preguntas sin parar y se organizaría una búsqueda y captura de estos superhéroes. Los querrían analizar, investigar y extraer la esencia de su poder. Los usarían para el propio beneficio del gobierno y la sociedad, les tendrían encerrados y esclavizados sin pensar en las consecuencias que traería el no tenerlos en libertad, en la calle, ayudando a todas esas personas de a pie que necesitan una mano amiga que les ayude a resolver los problemas que ante ellos se interpongan. Bueno, creo que ya estás preparado para escucharlo. El gran poder humano es… la em..

De repente se abre una de las puertas que dan a la sala de espera. Una mujer de bata blanca se asoma a la sala con mirada inquisidora, preguntándose cual de todas esas personas sería su siguiente paciente.

- Siguiente por favor – dice la doctora.

- Uy, el siguiente soy yo. Recuerda, es un secreto shhh…– le dice él a su compañero de asiento a la vez que se lleva un dedo a los labios rogándole silencio.

Y así es como desaparece por la puerta del consultorio. El resto de pacientes que esperaban en la sala, se quedaron callados, anonadados ante la palabrería de su nuevo “amigo”. Durante unos minutos un silencio pesado se apoderó de ellos. Todos pensaban en cual sería ese poder del que ese hombre hablaba.

- Ahora me quedo con la duda de que poder sería – dijo el adolescente que había estado sentado junto a él escuchando su largo monologo sin sentido.

- Bueno, tampoco creo yo que haya que hacerle mucho caso a las deliranzas que te contaba. – dijo una mujer mayor sentada unos asientos a la derecha de él.

- Y sino cuando salga, le podrás preguntar. – le un hombre sentado frente a él que leía un periódico.

- Sí… supongo. – Contestó el muchacho.

Pero en realidad todos se quedaron con las ganas de saberlo, incluso la señora mayor que había dado a entender que no le interesaba ninguna de sus palabras. Todos estuvieron pendientes y a la espera de que esa puerta se volviese a abrir. Pero la verdad es que el tiempo siguió pasando, las manillas del reloj girando y la puerta nunca se volvió a abrir durante el rato que ellos estuvieron allí.

El muchacho se fue a su casa, pensando intrigado qué habría pasado con ese hombre desconocido, hablador de historias sin sentido. Pero sobre todo, se quedó pensando en esa palabra que no llegó a oír, esa palabra que se quedó a medias de ser pronunciada. Y es que en cierto modo, el creía en la historia que contaba de ese viejo loco.

Un par de meses más tarde oyó en las noticias que un hombre sin sentido había escrito en letras bien grades la palabra ‘Empatía’ en un muro de la ciudad. Al irse, había dejado olvidada su escalera. En ese momento el muchacho supo que se trataba de el mismo hombre que le había estado dando la charla en la sala del médico y que empatía era el poder del que había estado hablando. Ese día, al salir del trabajo decidió acercarse al sitio en el que estaba el muro de la empatía. Y lo contempló durante largo rato. Y en ese momento, supo que estaba de acuerdo con que en nuestro mundo había superhéroes de carne y hueso.
Y tú ¿qué poder tienes?

Tal vez los superhéroes no estén solo en lo libros, cómics y películas de ficción. Tal vez nos rodeen o puede que tú mismo seas uno de ellos. Tal vez lo extraordinario no esté en el exterior sino en ti mismo, en la magia de tu interior.
Dedicado a Nayara,
una de esas superheroinas que pasea por las calles.

3 comentarios:

  1. Me encanta la parte que habla de la risaaaaa! Adoro las risas!

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  2. Y a mi, recuerdo cuando en el duelo de la abuela y ante ella a la tía Marga y a ti os dio un ataque de risa recordando una anécdota de ella, yo veía a la abuela riéndose con vosotras moviéndosele la tripa de esa manera tan graciosa que no podía controlar.

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